Mazinger Z

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Continuando un poco con la temática 'Anime' que rodeó la entrevista de la entrada anterior, rescato del disco duro las imágenes de una visita que hice justamente ahora hace un año. Fue durante las navidades del año pasado cuando me acerqué hasta una urbanización de Tarragona para ver una estatua gigantesca del mítico Mazinger Z.
Durante mucho tiempo, circuló una especie de leyenda urbana, de que había no se sabe donde, una réplica a tamaño natural del famoso Mazinger Z, el cual dejaba asombrado a niños (y adultos) por su excelente factura y su exacta similitud.
Para más satisfacción aún de los pequeños, se podía acceder al interior del mismo a través de una pequeña puerta situada en la parte posterior de una de sus piernas y subir hasta la altura de la cabeza del Mazinger, desde donde, como si fuesen Koji Kabuto, el personaje encargado de manejar el robot en la serie, se sentían como los pilotos y observaban desde las alturas a sus sonrientes padres.
Desgraciadamente hubo varios accidentes que terminaron por hacer que se prohibiese subir hasta lo alto de la estatua, por lo que se tapió la puerta con hormigón y el Mazinger ya sólo quedó como único reclamo visual.
Como se puede observar, no hubo quien compartió la idea y abrieron a martillo y escarpa el espacio suficiente para poder colarse y subir. Y es que, viendo el espacio por donde debían trepar los niños, no me extraña que un mal paso o un resbalón acabase en un serio accidente.
Sea como fuere, la estatua permanece como está ahora. Medio abandonada y perdida en esta urbanización que me temo que es más conocida por el Mazinger que por otra cosa.

Y es que parece ser, que allá por el boom de la serie Mazinger Z, hacia finales del los 70 y principios de los 80, se empezó a contruir esta urbanización que pretendían ser unas edificaciones de un nivel medio-alto, en un enclave privilegiado, y del cual el imponente Mazinger Z iba a actuar como el reclamo ideal para aquellas familias que tuviesen niños pequeños.


Pero, al parecer, el destino no quiso que fuese así, y basta un paseo por la urbanización para darse cuenta de que aquello deja bastante que desear como una urbanización supuestamente selecta: asfaltado en pésimo estado o que directamente carece de él, letreros e indicaciones oxidados y/o rotos, etc...
La fabulosa estatua del Mazinger permanece en una triste explanada de tierra, rodeada de casas como si ejercieran de protectoras a la vez que realzan la joya de la corona de esta urbanización, que quizás, en su idea original, hubiese presidido una bonita plaza, atestada de niños jugando, padres charlando, vecinos cuidando sus jardines, y él, imponente en su grandeza, los observaría a todos orgulloso.

Con esos pensamientos me despedí del Mazinger Z. Por lo que pudo ser y no fue. Por la bonita idea y por su excelente factura, que, desgraciadamente, permanece aqui inaprovechado y en el olvido. Una verdadera pena.