Tecnología muerta: Las galerías subterráneas.

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Y llegamos a la cuarta y última entrega de Tecnología muerta. La más oscura, inquietante y peligrosa de todas. Nos dirigimos a las entrañas del complejo, a su parte más secreta, más oculta y más difícil. Descendemos a las galerías subterráneas.

Para ello pensé en tomar esta moderna linterna que me salió al paso, pero consciente de que existía suministro eléctrico, sólo me sería útil como estorbo.

Así que enfilé escaleras abajo y fui dejando atrás la superficie.

Mi sorpresa llegó ya abajo. Aquello estaba oscuro. No veía nada. Con la luz que me llegaba de la zona de las escaleras intenté buscar algún interruptor que diese luz a todo aquello que se 'suponía' tenía delante de mi.
Lo encontré, pero no parecía funcionar. Aquella zona carecía de luz, o al menos estaría el diferencial desconectado en la sala de fuerza.
Ya era casualidad que en la única zona donde verdaderamente dependía de la luz artificial, no funcionase. Estaba bajo tierra, y allí no entraba ni un triste haz de luz.
Esperé a que mi vista se acostumbrase a la oscuridad, pero el negro era absoluto. Me acordé entonces de la maravillosa linterna que había dejado atrás.
Finalmente saqué mi frontal y me lo coloqué. Era lo único que llevaba. Cometí el error de dar por hecho en otras exploraciones del lugar que todo el complejo disponía de luz. Así que me tendría que apañar con la única luz del pequeño dispositivo.

Pero dudé. No sabía lo que había allí abajo. Hasta donde llegaba mi haz de luz no veía el final de lo que alumbraba. Era consciente que todo el complejo era enorme y, si esas galerías recorrían a su antojo todo lo que había explorado arriba, podía ser un auténtico laberinto.
A oscuras, con un único sistema de alumbrado, y sin conocer donde me metía, pensé en dar media vuelta y volver otro día más y mejor preparado para aquella otra exploración.

Pero algo me decía que no debía volverme atrás. Que ya que había llegado hasta allí debía hacerlo. Quizá no hubiese otra oportunidad de volver. Y eso ya me había pasado otras veces y acabé arrepintiéndome. Así que tome la decisión: Iba a adentrarme por una desconocida red de oscuros túneles subterráneos.

Eché a andar, alumbrándome el camino con el limitado haz de luz del frontal. Me pareció llegar a una galería de forma circular de donde salían otras en diagonal hacia uno y otro lado.
Yo seguía recto para cuando llegaba al final volver y coger otra de las que había visto salir de aquella misma donde ya estaba.

Decenas de metros de galerías había allí abajo, algunas de las cuales parecía no tener final. Andaba y andaba dejando atrás la misma oscuridad que me daba la bienvenida por delante. A veces oía ruidos, pero desconocía de donde venían. Había momentos que no sabría decir exactamente donde me hallaba.

Pero lo que supuse que en aquella red de galerías debería haber, se presentó delante de mi pegado a una de las paredes: Un plano detallado de todo aquello y la posición donde me encontraba en ese momento. La suerte me sonrió.

Este pequeño ratoncillo no tuvo la misma suerte que yo y pereció buscando la salida.

Pero aunque ya estaba situado, con las salidas de emergencia controladas, y el plano del lugar memorizado, algo había allí que me inquietaba. Y no sólo eran los ruidos que de vez en cuando oía. Tenía más que ver con lo que estaba viendo dentro de esos túneles subterráneos.

Los pasillos estaban muchos llenos de bandejas por donde sin duda debería ir cableado de toda la instalación. Que como hemos visto no era poca ni de escasa importancia.

Pero sin embargo, la mayoría de estas bandejas estaban vacías, con pocos cables, o cortados directamente.

En el hueco de una escalera vi lo que me estaba imaginando. Metros y metros de cables cortados y pelados. Alguien, seguramente varios, estaban accediendo allí y llevándose el cobre que allí abundaba.

Detalle del cobre que aún quedaba allí y que seguramente haría volver a los saqueadores.

Mi situación se me antojó de pronto complicada. Estaba en unos túneles desconocidos, que pisaba por primera vez, prácticamente a oscuras, y rodeado de un material que era el deseo de muchas banda de ladrones de cobre que tan de moda están últimamente.

Pero no solo era eso. Tenía la certeza que ya habían estado allí. Las pruebas eran evidentes: Cables pelados vacíos de su reluciente cobre, velas que servían para poder ver en aquella oscuridad absoluta, e incluso una bolsa de croissants para matar el hambre tras horas y horas de saqueo.

¿Y los ruidos? Aquellos sonidos que venía escuchando cada cierto tiempo y que al principio no le daba importancia tomaban ahora un significado que podía ser realmente peligroso.
¿Serían los ladrones? ¿estarían en alguna galería contigua? ¿me habrían visto? ¿estarían escondidos ellos al oir que alguien andaba por allí?

Apagué el frontal , la cámara, y guardé el máximo silencio que pude. Allí abajo, rodeado del negro absoluto, intenté escuchar. Captar algún sonido que me hiciese tener la certeza absoluta de algo. Inmóvil, apoyado contra la pared, cerré los ojos intentando concentrarme mejor en los sonidos que pudiesen llegar a mis oídos. Y llegaron.

Afortunadamente no eran preocupantes ni evidentes de lo que no quería oír. Así que sin querer tentar mucho a la suerte decidí poner rumbo a la superficie.

No por ello dejé de centrarme en hacer fotografías y observar todo lo que me iba encontrando allí abajo.

Arquetas en el techo que daban a la calle, esqueletos de hierro para vete a saber qué, e incluso una enorme puerta al final de una galería que daba a una especie de respiradero.

Por un momento pensé que en lugar de salir a la superficie estaba ganando profundidad, ya que esta arqueta estaba a mucha altura respecto a la anterior que había visto. De hecho apenas se veía.

Pero por fin encontré una señal de una salida cercana.


Y las escaleras que me devolverían a la superficie, a la luz, y a la seguridad.

Una vez arriba eché un último vistazo general por si había algo diferente que me indicase que no estaba solo allí. Pero aparentemente todo seguía igual.
El único habitante que encontré fue este buitre o cóndor con sombrero mejicano que, con cierta sonrisa maliciosa, parecía despedirse de mi diciendo: 'Yo de ti no volvería por aqui'

EPÍLOGO:
Pero al cabo de unas semanas volví. No me quedaba más por explorar, pero siempre va bien volver a recorrer todo y hacer más fotografías, ya que siempre descubres nuevos detalles que antes no viste o te pasaron desapercibidos. Y más en un lugar como este donde hay cosas interesantes por doquier.
Pero mi sorpresa llegó cuando me acercaba al lugar. Allí había gente. Y no cualquiera. Era la policía.
A partir de entonces mi interés por aquello tomó otro rumbo. ¿Qué había pasado?
Visita tras visita a lo largo del tiempo me encontraba la misma situación. Policía y/o Seguridad privada de la empresa propietaria de las instalaciones vigilaban el lugar estrechamente. Sinó continuamente, sí que cada cierto tiempo veía algún coche patrulla aparecer por el lugar.
Ya la intriga me podía. ¿Habrían descubierto que estaban robando el cobre? Así era.
Y no fue sino por casualidad que se dieron cuenta que aquello llevaba tiempo siendo saqueado por una banda del este de Europa que no se andó con remilgos a la hora de hacer frente a la policía cuando los pillaron infraganti.
Y pensar que entre todos aquellos robos había andado yo tan feliz con mi cámara haciendo fotos...
Por desgracia, y como ocurre demasiado habitualmente, estos delincuentes estuvieron en la calle al día siguiente, por lo que el saqueo de cobre aún sigue en marcha.
Evidentemente, ya no volví a entrar más. Tuve la suerte de conseguir el reportaje sin toparme con nadie, y ya puedo dar las gracias por ello.
Como he dicho, el robo de cobre continúa, la vigilancia también persiste. Y mientras alguna de las dos dure, aquello permanecerá como territorio prohibido. Una pena. El Cóndor ya me lo previno.

8 comentarios:

  1. Antonio dijo:

    Que bueno Kordo!... me ha encantado. Escribes superbien.

    Oye no serían unas instalaciones de comunicaciones que hay cerca del Vendrell?

  1. Anónimo dijo:

    Gran reportaje Cordo!!

    Con mucho suspense... y jugandotela, porque menos mal que no coincidiste con los saqueadores al doblar una esquina de esos túneles, no me lo quiero ni imaginar!!

    Alex Navarro.

  1. Kordo dijo:

    Toni, tan mal está la cosa que tu también quieres ir a por cobre?? :-P Cuando coincidamos te cuento.
    Alex, a veces lo pienso y no sé qué hubiera pasado. Mira que he ido veces, y de todas me libré. Por noticias que he tenido no eran precisamente hermanitas de la caridad.

    Abrazos Cracks!!

  1. Yazmín dijo:
    Este comentario ha sido eliminado por el autor.
  1. Yazmín dijo:

    Qué buen reportaje, de los cuatro es que me ha capturado mucho más, tal vez sea por la forma en que lo plasmas y otro poco porque todo se desarrolla en la obscuridad. Qué valentía la tuya para adentrarte en lugares como estos, yo con esos ruidos extraños habría salido despavorida. Me alegra saber que este exploración la has llevado a cabo sin contratiempo alguno.
    Esteré al pendiente de tu siguiente publicación, seguro que será tan buena como está. Un abrazo!

  1. Kordo dijo:

    Gracias Zadako! Celebro que te haya gustado la última entrega de esta exploración. Ya te adelanto que mi más inmediata aventura será todo lo contrario a esta: luz, sol y mucho espacio abierto. Vacaciones en la playa ;)
    Besos!

  1. Magnífico reportaje, muy buenas esas galerías subterráneas.