Unos cuantos metros bajo la superficie, y ganando profundidad, el responsable del ataque huía ante la que se le venía encima.
No era otro que el U-56, al mando del alférez de navío Wilhelm Zahn, que justo se encontraba en medio del grupo en cuestión. A cota periscópica pudo distinguir los tres acorazados (HMS Rodney, HMS Hood y el citado HMS Nelson) y los 12 destructores de escolta. Debido a su posición ideal para el ataque, y haciendo gala de un completo arrojo, no dudó en lanzar tres torpedos en abanico hacia el Nelson, de los cuales almenos dos se oyó su impacto pero no su detonación.
Gracias a una rápida maniobra evasiva, y bajo el comprensible desánimo producido por la heroica pero no recompensada acción, logra huir hacia aguas seguras.
El abatimiento del comandante seguramente sería mayor al llegar a puerto y conocer quienes iban en el Nelson y lo que habría supuesto para la guerra la baja de semejante(s) personalidad(es). Tal fue su depresión que, el comandante en jefe de los U-Boats, futuro almirante de la Kriegsmarine y sucesor de Hitler, Karl Dönitz, no tuvo más remedio que retirarlo del servicio activo y trasladarlo a labores de adiestramiento para futuras tripulaciones submarinistas.
Wilhelm Zahn
¿Porqué fallaron los torpedos? Pues sencillamente porque salieron defectuosos. Y no fue un caso puntual, ya que durante gran parte de la guerra fueron muchos los casos donde numerosos buques fueron torpedeados sin que los torpedos llegasen a explotar, explotasen antes de tiempo o se perdiesen hacia un rumbo no estipulado.
A estos numerosos fallos con los torpedos se le llegó a conocer como 'La crisis de los torpedos' y tuvo su punto culminante en la conocida como 'Operación Hartmuth', donde en una numerosa concentración de submarinos frente a las costas noruegas, y para proteger un desembarco alemán y repeler los posibles desembarcos aliados, de 31 ataques que efectuaron los U-boats ningún torpedo explotó.
Todo ello conllevó una urgente investigación que incluso derivó en consejo de guerra hacia los responsables de dichos fallos, que básicamente se concluyeron en un deficiente encendido magnético del torpedo así como mal funcionamiento de la espoleta de percusión.
Finalmente poco se pudo arreglar, ya que se acordó a partir de entonces disparar únicamente con encendido de percusión, que fue lo único que pudieron mejorar y descartar el encendido magnético.
No fue hasta finales de 1942 cuando los submarinos empezaron a recibir los nuevos tipos de torpedos que revolucionarían lo habido hasta entonces y que llevarían de cabeza a los aliados para desarrollar un medio para combatirlos. Uno era el torpedo que después de recorrer una determinada distancia, viraba y seguía su camino haciendo lazadas, haciéndolo ideal para su uso contra convoyes. Un año más tarde llegó el torpedo que se guiaba atraído por el ruido de la hélice del barco enemigo. Muchos años después de la guerra, estos fueron los torpedos que se siguieron utilizando en los submarinos de todo el mundo.
Pero al bueno de Sir Winston Churchill nunca se le olvidaría ya que, por su sigilo y su potencial destructivo, los submarinos había que tenerlos muy en cuenta. Luego, el que los torpedos saliesen defectuosos, era algo que correspondía al azar. Y él, precisamente, podía dar fe de ello.
Muy buenas kordo.
Ya e subido la cuarta parte de villa olvido, pero he decidido separarla de la serie ;)
Un saludo!